El retablo de Castil de Campos se atribuye al maestro tallista y escultor prieguense, Juan de Dios Santaella y Roldán, formado en la escuela barroca de Francisco Hurtado Izquierdo y Jerónimo Sánchez de Rueda. Desarrolló su actividad durante la mayor parte del siglo XVIII, por lo que puede fecharse en éste siglo.
Originariamente parece que presidió el altar de la Ermita de Ntra. Sra. de las Mercedes de Priego, como demuestra el escudo mercedario quo lo corona. Posteriormente se trasladó a la Capilla de la Orden Tercera de la Iglesia de San Francisco, también de Priego, y finalmente, debido al estado ruinoso en el que se encontraba, se trasladó en 1954 a la recién construida Iglesia de Castil de Campos, donde un tallista tuvo que emplear varios meses en restaurarlo.
Desde entonces no tenemos constancia de más traslados ni intervenciones hasta 1992, año en el que la Escuela Taller de Priego "Fuente del Rey", dirigida por Antonio Serrano, lo volvió a restaurar, enriqueciendo su ornamentación con nuevas yeserías y tallas doradas.
El Retablo Barroco de Castil de Campos presenta un sólo cuerpo, sobre banco y coronamiento. El cuerpo se encuentra recorrido longitudinalmente por dos calles laterales y una central de mayor tamaño que las anteriores. En las hornacinas de las calles laterales aparecen en bulto redondo las figuras de San Antonio y San Buenaventura, reservándose el camarín central para la titular del tempo, Ntra. Sra. del Rosario, imagen que está desligada del resto de la obra pues ya presidió el altar de la antigua Iglesia de Castil de Campos en 1789, Iglesia derruida por los terremotos. Un arco de medio punto permite ver la venerada imagen de la Patrona y Alcaldesa Espiritual de Castil de Campos, que salió de las gubias de la Escuela Granadina. Del banco hay que señalar la sustitución de la puerta del Sagrario -según nos comentó en su día el párroco, D. Antonio Aranda Higueras- por otra más vistosa que la original.
El ático sin embargo, se ha rematado con un lienzo dedicado a San Sebastián, que de no haber sido por la intervención de la Escuela Taller referida, estaría prácticamente irreconocible. Para la separación de las calles no se ha utilizado la columna sino el estípite barroco, muy empleado en la obra de Juan de Dios Santaella, incluso en el ático, dos pequeños estípites flanquean la imagen de San Sebastián. Finlamente, a esta estructura se ha añadido una profusa decoración a base de marqueterías y motivos vegetales típicos del barroco, que rayan en lo rococó.
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Máximo Ruiz-Burruecos Sánchez